El hombre se inclinó para estar más cerca del televisor de 42 pulgadas, como si la proximidad le permitiría distinguir mejor.
Hacía ya unos días que el ambiente estaba bastante caldeado en la Piazza de la Communitá.
Monsieur Gouglai había llegado a su límite.
Su soberbia y falta de respeto había sobrepasado los límites soportables. Como la reina de corazones, cortaba cabezas sin tener en cuenta si tenía razón o no.
Su sistema robotizado era absurdo y obsoleto sin embargo se sentía poderoso.
Pero la gente no estaba dispuesta a soportarlo. Después de todo no existía. Era un ente virtual que desaparecería apenas los seres concretos dejaran de darle trascendencia.
Pero ese día la protesta se había vuelto más virulenta y la reacción de Monsieur Gouglai, despóticamente había puesto en funcionamiento la represión.
De hecho, el hombre mismo, tenía la franja roja en la frente.
“Usted ha alterado las normas vigentes” podía leerse claramente. Desde entonces había permanecido en su departamento sin participar de los disturbios ni tratando de hacer otro tipo de acción. Sabía que no iba a conseguir ningún resultado. También sabía que todo lo que sube baja y en algún momento iba a surgir alguien más poderoso que Monsieur y lo iba a ver caer. Tenía la paciencia oriental para tolerar este tipo de situaciones.
El departamento donde vivía estaba en los bloques que también pertenecían a Monsieur Gouglai, por lo que no quería hacer demasiada alharaca hasta conseguir una nueva ubicación, donde pudiera tener independencia.
Pero lo que le había llamado la atención no era la revuelta sino una persona en particular, alguien que cansada se había vuelto una activista y no solo participaba sino que arengaba a la multitud a revelarse, a protestar, a tomar medidas más drásticas para demostrarle al Monsieur inconmovible que no lo era tanto.
- ¡Norma!, ¡Noooooorrrrmaaaaa… vení, veni rápido a mirar esto! –
- ¡Ufa!… Estoy teminando de armar las valijas ¿Qué pasa? –
- Mirá… fíjate en ese grupo de personas… allí –
- Y… cada vez se va a poner peor… era previsible –
- No, no… Mirá quien está al frente… fíjate bien… -
- ¿Quién? No la puedo distinguir –
- Es Pam… fíjate, la que encabeza la rebelión es Pam… Pamela… ¿Te acordás? –
- Como no voy a recordarla… ¿A ver? Dejame ver un cachito. ¡Si… es Pam, no cabe dudas?… Pobre… todavía cree que se puede luchar contra esa chatarra absurda… Mirá la marca en la frente… Se le nota claramente… -
- Y bueno… cuando éramos jóvenes también luchábamos –
- ¡Todavía seguimos siendo jóvenes! Che… -
- Y seguimos peleando, solo que de otra manera –
- Y… la experiencia vale… -
- Con toda seguridad… -
- ¿Terminaste de hacer las valijas? -
- Si, ya están –
- Bien voy a ir cerrando las ventanas –
- ¿Será bueno el otro departamento? –
- No lo sé… al menos promete más libertad… -
- ¡Qué cosa extraña! –
- ¿Qué, Norma? –
- A medida que cerrás las ventanas la franja roja de tu frente se va diluyendo –
- Ja… era previsible… ¿Tenés los pasajes? –
- Seguro, Aerolineas World Pass –
- Bien… un nuevo lugar… un volver a comenzar… -
- Es cierto… pero ¡Vamos a poder! –
- Ya te lo dije… todo lo que sube baja… Lo he visto a lo largo de tanto tiempo –
- Lo hemos visto… ¡Y lo que veremos! –
Norma le dio un beso a su marido, tomaron las valijas y cerraron la última puerta. Caminaron lentamente pero con paso seguro. La vida les había enseñado. La solidez del imperio de Monsieur Gouglai estaba comenzando a desmoronarse.
Cuando dio la última vuelta a la llave, de la puerta de entrada, la franja roja de la frente había desaparecido por completo.
Alberto O. Colonna
Enero 2014
Enero 2014
Ay, que me había perdido yo esto, jajaja.
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